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La Prehistoria del '91 [Parte 2] - Hombres de Blanco

Camilo_91

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19 Ene 2018
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La lista negra

“Este es el camarín del equipo campeón de 1986”. Con esa frase que venía acompañada de una fuerte carga de responsabilidad, Peter Dragicevic le abrió la puerta del vestuario a Arturo Salah el 29 de enero, primer día de entrenamiento. Hugo Bello, Osvaldo Gómez y Arturo Jáuregui eran, hasta ese momento, los nuevos rostros en Pedreros quienes, junto al resto del plantel, vestidos con unas extrañas y poco estéticas camisetas rosadas escucharon la primera charla de Salah, quien les planteó su forma de trabajo, organización y los deseos de llegar a hacer un gran proceso.

Del otro lado, los jugadores abrían muy bien los ojos, procurando estar receptivos, pero algo distantes ya que el tema era complicado. El Chano Garrido recuerda que en ese momento, no podía creer que el mismo tipo desagradable del archirival estuviera parado ahí. Y el Flaco tiene propiedad en la opinión, ya que durante años enfrentó a Salah directamente: él, como eficiente lateral derecho, debía soportar los embates de todo tipo del ex puntero izquierdo azul.

Salah no tenía claridad respecto de la conformación final del plantel para ese año. Días antes había tenido charlas con varios jugadores para decirles que no seguían en la institución, entre ellos, Leonel Herrera, histórico zaguero albo, quien dejó el club con no poca polémica, al igual que Horacio Simaldone, quien declaró “irse dolido” de Pedreros.

Por el lado de los refuerzos, además de los recién llegados, se había especulado mucho con la contratación de Ivo Basay, que finalmente no ocurrió, ya que el flaco goleador fue contratado por Everton en una operación récord, alejándolo del Monumental hasta diez años después.

Para completar el cuadro, se corría el rumor que había una “lista negra” en la que estaban, entre otros, Oscar Rojas, el Chupete Hormazábal, el Chano Garrido,,Raúl Ormeño y Roberto Rojas, ídolos de la afición. Y fueron justamente estos dos últimos jugadores, quienes, a los pocos días sorpresivamente, aparecieron transferidos a Cobreloa.

Mientras el plantel albo viajaba a hacer la pretemporada a las Termas de Jahuel, Ormeño y Rojas partían rumbo a Calama, debido a que “Salah no los quería”, según les dijo Jorge Vergara, aunque hacia el exterior se planteó como un tema de diferencia económica, más la necesidad de Cobreloa por contar con un golero y un mediocampista.

Al llegar a la Segunda Región fueron recibidos como héroes en el aeropuerto, mientras el presidente loíno, Luis Gómez, les aseguraba que estaba todo marchando perfecto. A su vez, ellos manifestaban a la prensa que estaban satisfechos por la oferta naranja.

Parecía que iba todo bien, pero en el hotel ambos jugadores comenzaron a inquietarse al ver que avanzaban las horas y no pasaba nada concreto. Ni firma de contrato, ni conversación para arreglar las platas. Nada. Solos en el desierto. Mientras tanto en la pretemporada, Salah declaraba que la partida de Ormeño “era una transferencia que no es de mi agrado”, no así la de Rojas y no porque no quisiera al portero, sino porque ya tenía el puesto cubierto con otro experimentado como Mario Osben y un joven que venía con todas las ganas llamado Marcelo Ramírez.

Así, Rojas y Ormeño estuvieron tres días en Calama haciéndose la idea de radicarse, hasta que no aguantaron más y encararon a la directiva naranja por su situación.

“Ustedes Vienen por 250 mil pesos, Jorge Vergara me dijo que ya él había arreglado todo con ustedes”, fue la respuesta de la regencia loína. Ahí comenzaron a darse cuenta que todo había sido una maniobra del secretario de Colo Colo, por lo que agarraron sus cosas y regresaron a Santiago con el objetivo único de hablar con Arturo Salah. Paralelamente, se seguía hablando que la operación del Cóndor incluía el arribo de Hugo Rubio a los albos desde el Murcia, cuyo pase pertenecía a Cobreloa. Una vez que el golero arregló para quedarse en Colo Colo, surgió un damnificado que no estaba en los planes: Mario Osben, quien partió a Calama, ya que Salah fue claro al afirmar que “no puedo tener dos arqueros de esa categoría”. Con el tiempo, el Gato se convertiría en ídolo naranja, tanto así que terminó mucho más identificado con los loínos que con los albos.

Era tan enredado todo, que Roberto Rojas llegó a ser tentado por Universidad de Chile, opción que el portero no desechó de plano e, incluso, estuvo muy llano a estudiarla.

¿Y Ormeño? Fue quien más se demoró en arreglar, pero Arturo Salah se prodigó en mediar entre el jugador y la directiva colocolina, acción que tuvo resultados. Acá no es menor la charla que Salah tuvo con Rojas y Ormeño, en la cual les dijo que jamás los había desechado Y que quería que se quedaran en el club. Fue entonces que Ormeño llegó a la conclusión que la famosa lista negra, estaba diseñada por Vergara, quien quería hacer una poda en el camarín, ya que consideraba líderes negativos al Cóndor y al Bocón. Tal cual.

“Vergara era y es así. Pasa por encima de todos. En todo caso, yo nunca le creí nada a Vergara”, cuenta hoy Raúl Ormeño.

Este enigmático dirigente albo, fue desde el comienzo un tipo que generaba anticuerpos en muchos sectores. El se defendió durante muchos años diciendo que estaban todos contra el club popular, inventando hasta una sigla para tal acción: “Tococo”, es decir, “todos contra Colo Colo”.

Pero este dirigente -más allá de denuncias de padres de niños de las cadetes colocolinas, de sindicarlo como creador en las sombras de la Garra Blanca y de la poco clara operación que realizó en la transferencia de Marcelo Espina desde Platense a Colo Colo, entre otras historias-no se hizo conocido en Cienfuegos 41 con el arribo de Dragicevic y Menichetti el ’85, sino que mucho antes.

A mediados de la década del ’70, momentos en que Colo Colo estaba intervenido y controlado por el Banco Hipotecario de Chile (BHC), el entonces teniente de Ejército Jorge Vergara, golpeó la sede de la tienda alba para poder colaborar con el club y tener la opción de trabajar allí. Ahí fue recibido por el gerente general del club, el abogado Jorge Germán Pica (hijo del destacado jurista Jorge Pica Venegas, vicepresidente de la Comisión Organizadora del Mundial de 1962), quien le abrió las puertas de la institución al ver sus intenciones de gastar horas en un club que no era precisamente el mejor lugar para laborar y que pasaba por una etapa en que las manos, ganas y esfuerzos no sobraban.

Años después, ya en los noventa, el abogado le comentó a uno de sus hijos su sorpresa por el actuar del grueso dirigente: “Mira en lo que anda metido este tipo. Creo que fue el error más grande de mi vida haberlo dejado entrar a Colo Colo”.

En la casa del actualmente fallecido ex gerente técnico albo, aún se conservan dos regalos que Vergara le hizo a Pica. Un corvo y un cenicero con la leyenda del Ejército figuran entre los recuerdos de la familia, aunque, según sus descendientes, los conservan sólo por la memoria histórica de su padre, más que por otra cosa. Claramente no es una relación de la que quieran presumir.
 
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Camilo_91

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Salah se multiplica

En las Termas de Jahuel los jugadores --habían llegado también Fernando Astengo y Washington Castro comenzaron a conocer a un Salah que no lo tenían registrado en su mente. Ya no era el cargante y mañoso alero zurdo que provocaba la ira de los colocolinos, sino que aparecía en cambio un tipo sereno, trabajador y dedicado de cabeza a su nuevo rol. Eso les cayó bien a quienes habían sido sus rivales, junto con las conversaciones y la forma que tuvo de plantearse frente al grupo.

Pero pese a que no le costó mucho echarse al bolsillo a los jugadores, hubo un hecho que no pasó inadvertido. En una charla técnica, Jaime Vera, capitán del equipo, levantó la mano para pedir la palabra, a lo que Salah accedió inmediatamente.

- “Tengo que decir que yo vengo a las charlas técnicas sólo por compromiso”, confesó el Pillo, quizás imbuido por los resquemores que aún sentía por su nuevo entrenador. Salah, que puede ser el tipo más simpático del mundo, pero cuando algo le irrita mejor no atravesarse en su camino, no se demoró más de dos segundos en contestarle en duros términos por su bravata. Salah comenzaba a imponer la autoridad. Pero el adiestrador albo no debía preocuparse sólo del tema futbolístico. Según cuenta, lo que más desgaste le provocó fue su rol de mediador entre los dirigentes de la vieja guardia del directorio, que llegaban a la pretemporada a hablar de los premios y los jugadores. “Había una relación desgastada y en algunos momentos irrespetuosa”, evoca Salah. A su vez, Peter Dragicevic, Eduardo Menichetti y Jorge Vergara eran personas que en ese instante no conocían mucho de cómo se manejaba el fútbol y ahí debió estar Salah para aportar su conocimiento. “Captaron inmediatamente cómo funcionaba el mundo del fútbol, la problemática del fútbol. Menos mal, porque Colo Colo entonces era un polvorín”, rememora el actual DT de Huachipato.

A propósito de la dirigencia. El 9 de febrero de 1986 la famosa Comisión Reestructuradora había llegado a una conclusión histórica: fenecía la Asociación Central de Fútbol y nacía (redoble de tambores) la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP). El primer organismo funcionaría tres meses más para terminar de pagar las deudas contraídas, mientras que el nuevo comenzaba desde cero con su nueva directiva conformada por Miguel Nasur a la cabeza, secundado por Eduardo Menichetti (Colo Colo), Juan Ignacio Ugarte (Fernández Vial), Jorge Correa (Universidad Católica) y Miguel Bauza (Coquimbo).

Era todo felicidad. Aunque no duraría mucho tiempo…

Mientras tanto, el plantel de Colo Colo ya estaba convenciéndose de la labor de Salah y, como forma de preparación tras la dura pretemporada, el plantel viajó a Argentina a hacer algunos partidos amistosos en el interior de dicho país, en una recordada travesía, sobre todo porque en una ocasión se hospedaron en un convento de monjas.

La gira dejó resultados positivos. El Cacique empató a tres con Olimpo de Bahía Blanca y obtuvo sendos triunfos (3-0 y 21) ante Boca Juniors… pero de Bariloche.

De ese viaje hay una anécdota que es muy recordada. A cargo de la delegación estaba el dirigente Miguel Henríquez, quien se mandaría un numerito de aquellos.

Previo al viaje de regreso a Santiago, en el comedor del convento, hacían la sobremesa de rigor Miguel Henríquez, Arturo Salah, Eddio Inostroza y Luis Rodoni. En un momento de la conversación, el directivo planteó algo que los dejó en silencio: “Con toda sinceridad Arturo. ¿Esta es la cagada de equipo que vamos a presentar para el campeonato?”, tras lo cual siguió criticando a varios de los jugadores, especialmente un juvenil que recién estaba asomando la cabeza: Javier Margas.

Los integrantes del cuerpo técnico se miraron y con una unánime mirada de desprecio le contestaron a Henríquez, quien, por cierto, estuvo bastante mal como especulador a futuro.

Comienza el trabajo…. y el calvario

“Arturo, ¿No tiene miedo de irse al descenso con Colo Colo?”. Esa pregunta con rostro de sentencia Salah la debió enfrentar más de alguna vez frente a un micrófono, sobre todo los primeros dos meses.

Salah era un tipo que comenzaba a plantear su rigor. Los lunes, aproximadamente a las 11 de la mañana, se juntaba con su cuerpo técnico en el Stadio Italiano o en su casa, a planificar la semana y los trabajos que debía hacer el plantel, tras la evaluación que había culminado con el último partido.

Era eminentemente técnico y se preocupaba mucho de esa parte, tanto así que parecía una escuela de fútbol para adultos, según muchos. Sucede que Salah era un obsesivo con la famosa “creación de espacios”, todo para conservar la pelota, mandamiento número uno de su estilo. “Tóquela”, “quien se muestra”, eran y son las frases más escuchadas del técnico en las prácticas y partidos. Es cosa de escuchar los micrófonos instalados al borde de la cancha en los partidos del Villarreal, para advertir que Manuel Pellegrini -hermano de estilo con don Arturo y, por ende, descendiente de Fernando Riera repite los mismos motes- Y le daba, y le daba. Ahí la jugada de pasar por la espalda del defensa era ensayada y corregida hasta el hartazgo. Debía salir todo a la perfección, el que traía la pelota saber cuándo dar el pase y el receptor atentamente marcar el espacio, anunciar su intención y picar.

Hasta que se dieron cuenta de un tremendo detalle. En un partido en el Estadio Nacional ante Temuco, lanzaron una pelota a la espalda del Chano Garrido, quien había salido a buscar al puntero izquierdo, que llegó a la línea de fondo, tiró el centro atrás y golazo de los de la Novena Región.

En la banca, sin decirse nada, se miraron todos los integrantes del cuerpo técnico. Salah había acusado recibo. La jugada que tanto practicaba con sus delanteros, la estaban sufriendo en carne propia, por lo que se comenzó a trabajar más fuerte en defensa y en cómo controlar lo mismo que el predicaba.

Pero ya había comenzado el Torneo de Apertura y los hinchas desataron su furia contra Salah, increíblemente, en el primer partido. Es cierto, Colo Colo perdió 1 a 0 en deslucido pleito contra Palestino, pero reflejó que los seguidores albos le tenían ganas a Salah sólo por el hecho de ser él. “Que vuelva García”, “ándate vos que eris de la Chile”, le gritaron a Peter Dragicevic, quien sólo atinó a defender a su entrenador con un “tengan fe”, mientras abandonaba el Nacional aquel atardecer.
 
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Camilo_91

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Pero el ambiente no mejoraría en el futuro cercano. Mientras en Santiago encontraban restos del puente Cal y Canto por la construcción de la línea 2 del Metro y aún se lamentaba la tragedia del choque de trenes de Queronque, en Colo Colo Raúl Ormeño no lograba arreglar su situación y, paralelamente, se anunciaba la llegada de una figura descollante: el delantero brasileño Renato.

El tema es que no se trataba del hábil puntero de Gremio que la rompió en los ochenta, sino que un desconocido jugador proveniente del Sampaio Correa de Marañón, equipo que nunca se supo bien en qué división jugaba, pues durante su historia ha pasado por casi todas.

En Pedreros no cayó muy bien la noticia de la nueva contratación. Los delanteros alegaban que tendría dura competencia y Salah tenía una de sus primeras diferencias con la directiva ya que directamente, dijo que él no lo había solicitado.

Quizás el club le daba la razón a las dos teleseries que comenzaban a transmitirse en las pantallas chilenas. “Nudo de serpiente” en Canal 11 y “Ángel Malo” en el 13, eran títulos que bien calzaban con lo que se vivía en las huestes albas, sobre todo la segunda, ya que ésa era la visión que la mayoría de los hinchas tenía del técnico colocolino.

La galería a 100 pesos y la apertura de la tribuna Andes como popular, fueron medidas de la directiva de Colo Colo para atraer más gente al estadio, viendo además la mediocre campaña del equipo. Se ganaba algún partido (por ejemplo a San Felipe 3 a 0), pero la mayoría eran empates deslavados y duras derrotas. Salah entre piedras y palos, salía del estadio en un Volkswagen escarabajo azul de un amigo para no ser reconocido por los adeptos, cada día más vueltos orates contra él.

El aire en el ambiente era irrespirable, no tanto por el esmog como por lo tenso del entorno albo. A propósito, a mediados de marzo Colo Colo firmó un convenio con una tabacalera para sacar al mercado los populares cigarros “Cacique Colo Colo”, que serían los más económicos del país. Además, se anunció que los ex jugadores del club que estuvieran sin trabajo, ejercerían como distribuidores del producto. Bonita y original iniciativa, pero la atención seguía en la cancha. Estaba tan mal todo, que hasta Renato hizo un gol, el único del triunfo ante Everton en el Nacional, el 19 de marzo.

Tanto así, que había dirigentes de Colo Colo --que por cierto no eran Dragicevic, Menichetti ni Vergara que mandaban gente a espiar a las practicas, para ver qué hacía Salah y así llegar a alguna conclusión por los malos resultados.

Pero quizás el partido que más complicaciones tuvo, fue ante Concepción a mediados de abril. Si hubiesen podido, los hinchas habrían pasado a la cancha a sacar a Salah de cualquier forma y se hubiesen puesto ellos a dirigir al equipo. Fue terrible, pero Salah parecía obviar toda la presión que tenía encima. “Pese a todo, nunca en mi familia comentamos la situación que ocurría con el dramatismo que se vivía afuera”, cuenta hoy el entrenador.

Días antes, Renato había abandonado el club popular porque no había rendido lo presupuestado. Nunca se supo con certeza, quién fue el visionario que quiso encontrar en el desconocido delantero al “nuevo Vasconcelos” quien, a esa altura, jugaba en Barcelona de Ecuador. Aunque hay ciertas sospechas sobre un dirigente que sería el encargado de traer Varios “créditos”, que llegarían en los años sucesivos al Monumental. Sin Renato la cosa no cambió mucho. La directiva apoyaba firmemente a Arturo Salah, pese a que en la prensa todos los días se hablaba del tema en artículos, entrevistas y columnas. Iba todo de mal en peor.

En una ocasión, Arturo Salah llamó a Eddio Inostroza para contarle algo que lo tenía muy preocupado: “¿Sabes? Los dirigentes me están cuestionando el trabajo de Lucho Rodoni, porque los jugadores no están corriendo y se están lesionando”. Y le contó que le habían sugerido el nombre de Luis Venegas. Ahí fue cuando el Yeyo le dijo a Salah que no podía dar su brazo a torcer: “Arturo, si permites que te hagan esto, luego te van a manejar el sistema, los jugadores y todo”.

A partir de esa conversación, cambió algo fundamental. No sólo porque Salah defendió su posición y sobre todo a su PF, sino que, además, si antes Luis Rodoni tomaba por separado al plantel para el trabajo físico, ahora Salah estaba más encima de aquello y se comenzó a coordinar con la parte técnica y futbolística. Son esos pequeños detalles que la historia los agiganta.

Finalmente se dieron cuenta que los jugadores estaban algo fundidos por el trabajo físico lo que, sumado a la presión del medio por los malos resultados, era un cóctel poco sano para lograr salir de la crisis.

Pero llegó el momento.

A mediados de abril, Salah partió rumbo a Argentina a buscar refuerzos que trajeran aire fresco al equipo y pudieran ser aportes para la salida del túnel. Pero no era la noticia principal. La prensa publicó una reunión de parte del directorio de Colo Colo, en que habrían acordado que si Colo Colo perdía ante Palestino, Salah le decía adiós a la banca.

Con grandes titulares, los diarios preparaban la carnicería. “Si pierde el domingo se va”, aparecía en los tabloides criollos, mientras el entrenador jlegaba a Chile para tomar el mando del equipo previo al match ante los árabes en el Nacional.

Alentados por el medio, los hinchas fueron con más carteles que lo habitual para despedir a Salah. Era como ir preparado a ver una muerte más que anunciada. Ahí Palestino cumplió el primer acto de lo que sería su karma durante 1986: ser partícipe a modo de comparsa, de los grandes momentos del club popular ese año.

Colo Colo perdía 3 a 2 con los tetracolores, faltando un minuto para que finalizara el partido. Para Palestino habían anotado Núñez y Montenegro -este último en dos ocasiones-, mientras que Jáuregui y Pizarro habían descontado para el Cacique.

Los reporteros gráficos se hacían la América registrando el momento frente a la banca de Arturo Salah, que vestía chaqueta café y pantalones oscuros al tono. La hinchada gritaba “se va, se va”. Estaba todo listo para el fin.

El ambiente de funeral era terrible, hasta que Washington Castro en el minuto 89, marcó de derecha el empate, lo que desató la locura en tribunas y galerías como si hubiesen sido campeones de cualquier cosa. En una escena que no se recuerda en otra cancha, los mismos que pedían que Salah se fuera, terminaron, de un minuto a otro, aplaudiendo de pie no sólo al equipo que sacó la tradicional garra, sino que también al estratega que pudo respirar más profundo.

A partir de ahí, Colo Colo repuntó y si bien no salió campeón del Apertura (fue Cobreloa), las aguas se calmaron y ya no fueron necesarios ni los carabineros, ni el escarabajo azul, ni la escolta de los jugadores. Fue tanto el envión, que a la semana siguiente Colo Colo goleó 6 a 1 a San Felipe en el Estadio Nacional, encuentro en el que incluso Raúl Ormeño anotó un gol, cosa poco frecuente dada su labor de sacrificio en el medio. La motivación llegaba al cielo.

Lo peor había pasado. Colo Colo comenzó el Torneo Oficial no como una tromba, pero si encarrilado. Ya había llegado Hugo Rubio y el Uruguayo Herbert Revetria, quienes serían puntales del cuadro albo que ganaría el título en la recordada deñnición ante Palestino.

Fue un año complicado y distinto en el club. Sera recordado porque Colo Colo utilizó una camiseta roja y azul a franjas verticales como alternativa, que estrenó en el Santa Laura ante Universidad Católica, el 27 de julio al mediodía, con triunfo por 2 a 1 con goles de Jaime Vera y Enrique Gallo. Este último fue un prometedor puntero izquierdo juvenil del Cacique, quien se destapó ese año, pero que definitivamente se dedicó a sus estudios ya que, entre otras cosas, nunca le gusto la presión que se vivía en el fútbol. Pero podría haber llegado lejos, comentan los que saben.

Como anécdota, hace un año, al encontrarse con la vieja tricota en la oficina de Jaime Pizarro en el Monumental, Mirko Jozic -entonces gerente deportivo con su característico humor y complicado castellano, al ver las rayas azules exclamó: “¿Pero esa camiseta la hizo los chunchos?”

Pero también será recordado como uno de los años fundamentales del cuadro popular. Siempre se ha dicho que el colocolino vive de la adversidad, sacrificio y de nadar contra la corriente, por eso que ese año, quienes llevan la blanca como segunda piel, se sintieron más felices que siempre cuando Rubio enarbolo la camiseta en la final ante Palestino.
 
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alexis_86

Stop Man
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Oye yo la lei por si acaso xD, estoy esperando las otras partes, o es de esas que te dan las primeras paginas y para seguir leyendo hay que comprarla? :lol
 

Camilo_91

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Oye yo la lei por si acaso xD, estoy esperando las otras partes, o es de esas que te dan las primeras paginas y para seguir leyendo hay que comprarla? :lol
Jajajajaja, en realidad me dije a mi mismo "hasta que no comente alguien no subo la otra parte" así que el fin de semana subo la tercera
 
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gurubai

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Muy sabroso relato íntimo y recordatorio. La figura de Vergara es mítica.
Lo que yo rescato es que Salah sale muy bien parado en el cuento (tipo serio, estudioso y valiente) y habría que pesquisa el enigmático escarabajo azul.
Dale, dale, que esta muy bueno y gracias.
 
G

guaje villa

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Buenísimo! A la espera de la continuación
 

kirmson

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Oiga señor tiene al foro entero esperando al continuación de esta bella historia o no tanto (dependiendo con el prisma con que se mire o lea).

Que lo detiene?
 

mario_25

sipo Apruebo !
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Guedes sera ¿ Salah y Tapia, Mirko?

Ya lo estoy leyendo: "Este equipo lo formo Guedes"
 
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